jueves, 3 de febrero de 2011

La Herencia Valdemar


La Herencia Valdemar sorprende (o por lo menos a mí) en primer lugar porque una película española se atreva a meterse en época de crisis en las arenas movedizas del trasfondo lovecraftiano sobre todo teniendo en cuenta pifias pasadas desde el punto de vista de la producción. Los más avezados sabrán a lo que me estoy refiriendo para los demás decir que hablo de "Dagon".

El comienzo parece una emulación del más típico de los módulos de Cthulhu y cuenta la desaparición de Luisa Llorente, una experta en tasación de inmuebles antiguos, que se había trasladado a la misteriosa mansión victoriana Valdemar, para realizar un inventario de los bienes de la propiedad.

Maximilian, presidente de la compañía para la que trabaja Luisa, contrata los servicios de un detective Nicolás Tramel para que la encuentre. Pero no es la primera desaparición. Poco tiempo atrás, otro tasador llamado Orquicia - compañero de Luisa y amigo del detective Tramel - también se esfumó cuando le enviaron a valorar el contenido de la mansión Valdemar. Si fuera un juego el Guardián debería tirar de muchas motivaciones para meter al detective en la casa, pero al ser una peli el valiente detective se traslada al lugar de los hechos y emprende un viaje al pasado en el que le acompaña la arrogante Doctora Cerviá, presidenta de la fundación Valdemar, quien le pone en antecedentes del caso y relata la tragedia de Lázaro y Leonor Valdemar, el matrimonio que habitaba la casa de la leyenda allá por el año de 1880.

La explicación del misterio que rodea a la mansión está cargada de matices de los Mitos, y es que resulta ser la consecuencia de unos hechos espeluznantes relacionados con la celebración del llamado Rito de Dunwich, una puerta dimensional al conocimiento y a la realización de toda pretensión humana. Esta invocación, arriesgada por la necesidad que tienen los muertos de levantarse, de sentir hambre y volver a estar entre nosotros, desencadenó la aparición de “El Engendro”, un ser del otro lado, un predador inmortal con el apremio de alimentarse de todo lo que vive. Leonor Valdemar la única nacida para comprender a este ser inmundo, fue poseída y asesinada por la bestia, sin que Lázaro pudiera hacer otra cosa que perpetuarse en el tiempo para vengarla. 


Estos acontecimientos y personajes no se quedaron en el pasado, sino que han atravesado el presente, y los trabajadores de la inmobiliaria han sido convocados con engaños en la citada mansión para completar con su propia muerte el número de la bestia; las nada más y nada menos que 666  víctimas imprescindibles para iniciar de nuevo el ritual que devuelva al abismo al Engendro anti-natura surgido de la primera invocación… Un segundo ritual que tiene un oscuro propósito y oscuros ejecutores.

La Herencia Valdemar no se libra algunos defectos casi todos típicos de producciones españolas, es una cinta modesta rodada con sencillez y con cierto aire retro a serie B (a la española).  Pero por lo menos se trata de un film diferente a lo que estamos acostumbrados hoy en día al ver genero de terror. Hay una apuesta por crear un ambiente o una sensación de lo que en principio era de lo más normal finalmente se convierte en algo espeluznante y terrorífico.

Lo mejor
- La presencia de Paul Naschy
- Banda sonora de Arnau Bataller
- Terror primario
Lo peor
- Algunas interpretaciones
- Falta de intensidad en algunos momentos importantes
- Diálogos simples en algunas ocasiones

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